Con la delgadez, la fuerza y la agilidad de un venado, Ramón zigzagueaba de un lado a otro de los pastizales, esquivando el aguacero de balas de sus enemigos.
Minutos antes había sido sitiado y a pesar del factor sorpresa, se encontraba ileso pero seriamente amenazado por tres pistoleros sedientos de vengar la perdida de dos de sus compañeros a manos de un solitario hombre, ¡Imposible soportar tal humillación!