–¡Mami! ¡Mami! ¿Vas a ir al súper?
–Si…
–¿Puedo ir contigo? ¡Anda, ya terminé la tarea!
A Verónica le fascinaba ir de compras. En realidad, fuera de sus clases de danza y de francés, no salía para nada de casa y aunque tenía un inmenso jardín, era aburrido jugar siempre a lo mismo con su nana “Tota” o con Anastasia, la cocinera. Por eso, las raras veces que mamá decidía hacer las compras de la casa ella misma, le imploraba que le permitiera acompañarla para mirar ese súper lleno de vida, con tanta gente y cosas maravillosas por comprar.