Los trenes en Europa son de una puntualidad exasperante para cualquier mexicano. Después de un mes en el que en cuatro ocasiones Jorge se había quedado solitario, viendo como ante sus ojos desfilaban los últimos vagones de un tren programado para salir tan sólo 3 minutos antes de su llegada, esta vez no estaba dispuesto a volver a toparse con la risita burlona del policía que por azares del destino solía postrarse debajo del enorme reloj de la estación.