Cuando Leonardo Da Vinci me concedió esta entrevista supe que era la oportunidad más grande que la vida había puesto frente a mí. ¿Se imaginan estar cara a cara con el gran genio? Cuántas preguntas por hacer. Qué maravillosos descubrimientos por escuchar. No me importaba siquiera sacar algún provecho adicional de ello. Para mi la fama no era un dulce apetecible que pretendiera cambiar por mi feliz anonimato. Lo único que deseaba era simplemente vivir en persona al maestro.