La mañana del sábado 2 de febrero, Carlos pasó muy temprano al multifamiliar de Mike. Se asomó por la ventana de su cuarto y al ver que todavía dormía, le pegó con los nudillos al cristal:
– ¡Apúrate, mano, nos va a dejar el camión!
– Pus, ¿qué horas son? –Respondió Mike viendo su reloj. -¡No manches ya van a dar las siete! Aguántame, ya tengo lista mi mochila.