-¡Pásala, Miguel, ándale! -Me gritó Rogelio que se encontraba cerca de la media cancha. Corrí con mayor rapidez hacia el balón, pero justo al girar el cuerpo, al hacer un esfuerzo sobre humano por ganarle al contrario, sentí un puntiagudo dolor en la boca del estómago y caí al césped fulminado.