Edmundo Costas checó su tarjeta y orgulloso observó que el reloj imprimió las 6:58 A.M. En sus 24 años de servicio, rara era la ocasión en la que llegaba después de la 7:00 A.M., su horario oficial de entrada. Consciente estaba de que era la envidia de varios de sus compañeros ya que el bono de puntualidad sencillamente no estaba a discusión; Costas tenía años embolsándoselo.
Aprovechando el manto de la noche y que la fiesta sonaba a todo meter en el patio central de la vecindad, Graciela y Lorenzo se escurrieron por el pasillo hacia la parte trasera.
En cuanto pasaron por el departamento 8, Lorenzo haló del suéter a Graciela y la acorraló contra el zaguán.
A Graciela le pareció simpático y sonriéndole le dio un beso pícaro en el pómulo; sin embargo. él le correspondió metiendo su mano por debajo de la falda escolar a cuadros hasta llegar al calzoncillo.
Mientras la manecilla del reloj se paseaba muy cerca de las once veinte de la mañana, Rigoberto terminó de reparar el viejo condensador de un refrigerador y fue en ese preciso instante cuando vio traspasar por la puerta de su pequeño changarro a Eloy Nava.
–Hola, Compadre –dijo con un tono de tristeza que apenas y se escuchaba.
–Quiubo –contestó Rigoberto– no me diga que ya está tomando tan temprano.
–¿Qué te vas a dónde?, ¿Así es que te crees que ya eres un hombre? Piensas que puedes andar por la vida arrojando humo sin reparar en el tiempo perdido y vaciando botellas con Ernesto. Vaya amigo, es todo un monstruo a sus catorce.
A ver, señor, muy bien pongámonos de acuerdo. Si crees que abandonar la escuela para recorrer el mundo en busca de aventuras y fortuna es lo más inteligente para un joven de tu edad, es que has perdido la cordura. Y no me vengas con el cuento aquel de que tu tío Manuel no tuvo estudios y llegó a Senador. Vaya ejemplo, el borracho de tu tío. Cinco matrimonios y ve tú a saber cuántos hijos regados. ¡Madura, niño, madura!
"Mis Andares, no son más que historias de esas que escuchamos a diario y que por creerlas de interés o que aportan algo en este loco afán de tratar de entender el comportamiento humano, me parecieron dignas de dejarlas por escrito.
Te aseguro que después de leer algunos de mis Andares, notarás que tú también tienes muchas historias que merecen contarse... si las quieres compartir, son bienvenidas!
Por lo pronto, será un placer encontrarte... en los Andares de la vida".